GRANDES MÚSICOS CON DISTONÍA FOCAL (II): GLENN GOULD (1932-1982)

El canadiense Glenn Gould es considerado, y con razón, uno de los mejores intérpretes del siglo XX. Era un pianista virtuoso y brillante con un estilo propio, cuyo sonido inconfundible se reconoce de inmediato en los ochenta discos que grabó y le diferencia al instante de otros grandes pianistas como Alexis Weissenberg, Vladimir Horowitz o Alicia de Larrocha. Su interpretación de Bach es de obligada escucha para cualquier melómano, al igual que ocurre con el Debussy o el Ravel de Gieseking, el Chopin de Rubinstein o el Beethoven de Schnabel. Precisamente Bach y Schönberg se convirtieron en el eje central de su carrera.

 

Además de por sus legendarias interpretaciones, Gould destacaba también por sus numerosas excentricidades, como sus tarareos al tocar o sus extraños hábitos de vestimenta. Su retirada de la vida concertística en 1964, su preocupación obsesiva por los detalles de la producción discográfica y sus maneras de ermitaño y asceta, han contribuido aún más a su mistificación. Desde su muerte, la literatura sobre él ha crecido exponencialmente, rivalizando con la de otros intérpretes como Callas o Toscanini e, incluso, de algunos importantes compositores.

Pero además, Glenn Gould representa un claro ejemplo de la relevancia que tienen los aspectos psicológicos y físicos en la carrera de un músico solista. A lo largo de su vida profesional sufrió diversas dolencias y lesiones que afectaron también a su estado emocional. Su inhabitual y poco ortodoxa manera de tocar (inspirada en su maestro chileno Alberto Guerrero) le provocó seguramente el primer intenso dolor en su hombro, al que le sucedería un atrapamiento del nervio cubital derecho. Cinco años antes de su prematura muerte a los cincuenta, comenzó a manifestar síntomas evidentes del desarrollo de una distonía focal, como pérdida de control de los trinos, incapacidad de regular el volumen sonoro y movimientos involuntarios. Ante la incomprensión de los médicos (el neurólogo Stein, desconociendo lo que era una distonía focal le diagnosticó una histeria de conversión) y gracias a su tesón para reeducar a sus dedos, consiguió recuperar el control y grabar por segunda vez las "Variaciones Goldberg", consideradas por muchos como su obra maestra.

1977-1978: Su segunda crisis interpretativa

En una entrevista para la televisión, le preguntaron a Arthur Rubinstein qué desearía si pudiese nacer de nuevo y su respuesta fue "nacer con las manos de Glenn Gould". Y es que el canadiense tenía unas manos ideales para un pianista, con dedos largos, flexibles y fuertes. Sin embargo, sus manos se convirtieron en fuente de dolores y ansiedad, al ser extremadamente sensibles al aire frío y húmedo, así como a su mala circulación. Para mejorar esta situación probó distintas pastillas y terapias, incluyendo su habitual ritual durante las grabaciones de sumergirlas en agua muy caliente durante cinco minutos, tocar veinte minutos y volverlas a sumergir durante otros cinco minutos. Pero los problemas con ellas se incrementaron y agravaron a partir del año 1977, como se puede leer en su diario iniciado ese mismo año. En él hace referencia, por ejemplo, al dolor y rigidez en ambas manos y en las muñecas, el adormecimiento de sus dedos, el dolor en las articulaciones de los dedos (que lo achacaba a ciertos medicamentos que tomaba) o la falta de coordinación. Pero también se muestran síntomas característicos de la distonía focal del músico como ya he comentado anteriormente.

Desde ese momento hasta su muerte, estuvo intentando recuperarse y reeducarse.  En su diario se detalla los experimentos que realizaba, analizando todas las partes de su cuerpo involucradas en la interpretación, para conseguir recuperarse. Probó de todo: cambiar el centro de gravedad del cuerpo de una manera y de otra,  experimentar con la curvatura de la espalda, probar nuevas posiciones y movimientos del cuello y de los hombros, realizar muecas con la cara o mirar fijamente a la partitura. Pero también aparecen sus quejas por la aparente inutilidad de sus esfuerzos, su desesperación y frustración.

Tocar el piano había sido siempre para él algo tan natural como respirar. Nunca había sabido explicar que era lo que hacía: su brillante técnica era un misterio incluso para él mismo. Como le dijo a Jock Carroll en 1956, no quería pensar mucho en su forma de tocar, porque temía quedarse "como un ciempiés al que le preguntan qué pata mueves primero y al pensarlo se paraliza". De hecho, en sus escritos se muestra que tocaba mejor cuando estaba concentrado sólo en la música y no en el cuerpo. Gould siempre había insistido que uno no podía tocar el piano con los dedos, sino con la mente.

¿Estaba predestinado a sufrir una distonía focal?

En el año 2000, el neurólogo Frank R. Wilson, director del Peter F. Ostwald Health Program for Performing Artists de la Universidad de California, publicó un artículo en el que defendía que la propia naturaleza de las manos de Gould, en términos biomecánicos, estaban predestinadas a padecer un trastorno asociado a movimientos repetitivos como la distonía focal. Observó, entre otras cosas, que cuando sus dedos medio y anular descansaban uno al lado del otro, las yemas de los dedos convergían e incluso a veces se superponían, y señaló que esos dedos raramente los separaba lateralmente en el teclado, lo cual son rasgos comunes de los pianistas con distonía focal.

Por otra parte, los aspectos de la personalidad del canadiense también eran factores de riesgo para desarrollar este trastorno. Era hipocondríaco, muy perfeccionista y tendente a la ansiedad y a frustarse fácilmente.

Tal como dice el doctor Wilson, si realmente sufrió este trastorno, su regreso al estudio de grabación para inmortalizar por segunda vez las "Variaciones Goldberg", representaría un precedente de músico con distonía recuperado por medio del re-aprendizaje de los movimientos. Sea cual fuese la realidad, debemos agradecer poder disfrutar hoy en día de dichas grabaciones. Gracias Glenn.

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